jueves, 26 de abril de 2007

Una esperanza


Una esperanza...

En mi efímera carrera como periodista, he tenido la oportunidad de ver muy de cerca, situaciones de diferente índole, unas tristes, otras injustas y muchas otras esperanzadoras.

Es lindo ser testigo de la esperanza, por lo que agradezco a la vida haberme permitido ser periodista, pues no todos tenemos el privilegio de manejar la opinión pública a través de lo que sin duda es una de las más grandes invenciones humanas… la palabra escrita, pues esta ha venido a resumir la existencia a pinches 24 letras…¡Increíble! Todo o casi todo se puede expresar a través de ellas y para muestra un botón.

El otro día, se me encomendó un reportaje, acerca del VIH y sida en niñez y adolescencia, el objetivo del mismo era, humanizar un poco esta problemática que no ha sido bien tratada por los medios nacionales. Claro que no se puede prescindir de la frialdad de las estadísticas, que no son más que números falsos de hielo.

Digo falsos, porque es evidente que los casos de VIH y sida encontrados en el Programa Nacional de Sida, distan por años luz de ser reales y eso hasta un ciego lo puede ver, es decir no es posible que de enero de 1984 a diciembre de 2006 se hayan presentado únicamente 885 casos de VIH y Sida en niños, niñas, adolescentes y jóvenes entre los 0 y 19 años, por sentido común sabemos que eso NO ES POSIBLE.

De nada me hubiese servido escribir datos, informes y cuanto documento técnico se pueda encontrar de la enfermedad, si no hacía ver a los lectores que el VIH y Sida, es una enfermedad… y nada más… no es sinónimo de muerte, más bien testimonio de vida.

A Dios gracias… mis ojos lo vieron, visité el Hospicio San José, el cual se dedica a darle cobijo, calor y amor a la niñez y adolescencia abandonada por tal enfermedad, vi en sus ojos la inocencia, la felicidad… los vi correr, abrazarme, sonrojarse, hacerme preguntas y en verdad les digo, que fui feliz al verlos felices (valga la redundancia).

Ellos y ellas… son un ejemplo de calidad de vida, la directora del lugar, me explicó que la carga viral que hay en su organismo es tan baja que es imperceptible y que toda vez estén bajo tratamiento, su enfermedad estará controlada y por ende tendrán una vida normal…como la que observe por escasos, pero valiosos minutos.

Estudian, en colegios (no sé en cuales), corretean por todos lados… en fin de verdad me resultó sorprendente verlos tan pero tan bien. Trate de plasmar en algo así como 7 mil caracteres, toda esa mágica y bella experiencia de calidad de vida.

Pude ver la luz de la esperanza, reflejada en esos angelitos, con hambre de vida, con necesidad de amor (que lo tienen) y con mucho pero mucho futuro por delante.

lunes, 23 de abril de 2007

Esto me da más asco que vergüenza, aunque la segunda también


Esto me da más asco que vergüenza, aunque no elimina la otra...

Durante años pensé que había nacido para el periodismo, que mi vocación estaba en esta carrera, sin embargo sólo yo seré capaz de juzgar el excelso grado de ineptitud que he logrado alcanzar en tan poco tiempo. Hoy por primera vez en mucho tiempo, quizás por primera vez en toda mi vida, he llegado a pensar que probablemente he estado engañado, quizás todo fue un maldito espejismo producto del azar, simplemente había hablado con las personas correctas y estás me habían proporcionado la información correcta. (Nada que un buen perito contador, bachiller, estudiante de ingeniería, de medicina etc., no pueda hacer)

En fin ahora en mi efímera carrera como periodista, he llegado a creer que no tengo madera para esta actividad profesional que tanto me ha apasionado a lo largo de mi vida… en fin… no tengo excusas, simplemente se me han encomendado tareas y no las he podido realizar, he fracasado y como con justa razón me dijo mi jefa, si he realizado algún esfuerzo (que si los he realizado), ni se han notdado pues mi labor ha sido vergonzosamente mediocre, al punto que hoy más que nunca he de menospreciar mi trabajo (yo lo menosprecio).

¿Te pasa algo? ¿Estás deprimido? Me preguntó mi jefa hace tan sólo unos poco minutos, ¿y que decir?... Ella tiene la razón, no me quedo nada más que salír de su oficina a la espera que la tierra me tragara.

Quizás se me acabaron las ideas, no lo sé, de lo que si estoy convencido es que acá en esta agencia de Noticias, no me han de contemplar toda la vida, si mi trabajo continúa dando asco y pena.

jueves, 19 de abril de 2007

Una noche para el olvido


Aquella noche, fue sin temor a equivocarme una de las más negras para la historia contemporánea de nuestra Guatemala, debido a que golpeo frontalmente la dignidad de muchas personas, inocentes, cuyo único pecado fue vivir en la colonia equivocada, en el momento equivocado.

Pero por dicho pecado, nadie debe ni puede culparlos, pues en guerra anunciada no hay soldado muerto y habían sido varias las señales que apuntaban que las cosas, allá por el popular barrio, no iban del todo bien.

Meses atrás antes de la tragedia, vecinos del lugar informaron a las autoridades, de ciertos temblores y olores fétidos que provenían de aquel lugar, al parecer estas, como siempre, estaban más preocupadas en resolver el problema del transporte, pues era urgente darle vida al denominado transmetro, que a parte de estar mal ubicado, sólo responde a los intereses de aquellos que a través de concesiones buscan la privatización del transporte urbano nacional, para, como siempre, favorecer a unos pocos. (Acá en nuestra Guatemala, parece funcionar a la perfección la ley de darle más al que tiene de más).

Cuando estuve a inmediaciones del gigantesco y vergonzoso hoyo (reporteando), pude darme cuenta de que muchos de los vecinos ignoran, mejor para ellos, la gravedad del problema así como sus verdaderas causas.

Al consultarle a un experto me explicó, de que el hundimiento era producto del colapso de los drenajes del sistema de aguas pluviales y servidas (negras), y que dicha tragedia se debió a un fenómeno denominado sufoción, el cual consiste en una erosión vertical ascendente, o bien una erosión por debajo del subsuelo, además el especialista me aseguró que contrario a la versión que en un principio manejaron las autoridades el hoyo no se debió a una falla geológica, pues en el área afectada no existen rellenos.

El urbanista me dijo que el problema viene de hace mucho tiempo atrás, pero que las autoridades no pueden echarle la culpa a las administraciones pasadas, porque las administraciones pasados estuvieron a cargo de los mismos ineptos que hacen y deshacen con los fondos públicos lo que les venga en gana.

Además, el experto me explicó que el hoyo, no es el principal problema, sino una evidencia real del inicio de la crisis, “el gran problema es el río subterráneo y toda la serie de cuevas que el mismo ha dibujado debajo del subsuelo” afirmó pues el hundimiento podría hacerse mayor, incluso abarcar la calzada José Milla y Vidaurre y el puente. (la cual esta como 150 metros y es una importante ruta de acceso). (el especialista me rogó que le trasladase a mi buena amiga española Victoria toda la información correspondiente)

Las declaraciones del experto y la información recabada a inmediaciones del hoyo de la vergüenza, fueron para mi en extremo dolorosas, pues acá estamos acostumbrados a ver las cosas desde afuera, sin sentir tener la capacidad de sentir en carne propia el dolor ajeno.

En fin… no me importa (aunque me da pena con mis fuentes), que el reportaje no se haya publicado, pues aprendí muchas cosas del contexto de esta lamentable problemática, que insisto no es culpa de las víctimas, sino de las autoridades, que seguramente estarán viviendo su vida plácidamente, mientras personas viven en la miseria, por culpa de las malas decisiones… en fin… ellos dirán: sálvense quien pueda.



miércoles, 18 de abril de 2007

Inocencia Interrumpida


No hace mucho, en la agencia de noticias para la cual trabajo, se me encomendó la tarea de redactar un reportaje, relacionado al hundimiento en el barrio San Antonio zona 6, pero esta vez con un enfoque distinto: el de niñez y adolescencia, pues la agencia se especializa en la defensa y promoción de los derechos de niños, niñas y adolescentes.

Pude constatar que la desgracia, se inhala a inmediaciones de ese gigantesco hoyo, pues el hudimiento afectó a decenas de familias y por ende a la niñez y adolescencia de nuestro país, la cual nuevamente paga la factura de una realidad, cada día menos prometedora.

Al reportear la nota, que por cierto ya no fue publicada por cuestiones de edición, me tope nuevamente con la amabilidad que caracteriza a las y los guatemaltecos, siempre atentos y dispuestos a contar sus experiencias, por horrendas que sean, ello pese a que al ser consultados como fuente, no ganan absolutamente nada, es más pierden su tiempo.

Contradictoriamente a las autoridades, en este caso de la CONRED (fuentes oficiales), me tuvieron demasiado tiempo a la espera de la información, la cual se me proporcionó no sólo tarde sino de manera deficientemente.

Pero vuelvo al punto, el dolor y la desgracia entró por mis poros, todavía imagino a aquella señora tratando inútilmente de contener el llanto cuando me contó la situación de su familia, la cual no es para nada esperanzadora… estuvieron refugiados en el albergue bajo condiciones insalubres, expuestos a una serie de enfermedades infecciosas y respiratorias, sin leche para alimentar a los infantes (sus nietos) y a la espera de una respuesta concreta de parte de las autoridades.

Inexplicablemente (y digo esto porque las autoridades de Conred, no me dieron una explicación razonable) se clausuro el albergue, y las personas quedaron nuevamente a la espera de una resolución concreta por parte de la comuna, mientras tanto una familia con dos infantes continúa viviendo a escasos metros del hundimiento, al punto de que al abrir la puerta de su residencia, el hoyo es lo primero que se ve.

A todas luces y según información recabada para el reportaje, las autoridades no realizan acciones concretas que tranquilicen a los vecinos del lugar; pero las facturas del agua y el IUSI continúan llegando a las casas aledañas al hundimiento, que no es más que una desgracia producto de la negligencia municipal, a tal punto que fue descrita por un urbanista como: un monumento para exaltar la ineptitud municipal.

Durante mi recorrido, me tope con testimonios de una realidad muy diferente a la que vive el alcalde capitalino, una realidad que apesta, que duele y que mata (aunque el Alcalde lo haya negado, 3 personas murieron aquella noche para el olvido).

Un adolescente me confesó que por las noches no podía dormir, pues en su residencia puede sentir los temblores, mientras que su hermana reconoció haberse resignado y acostumbrado a los sismos, pese que los primeros días dormía con zapatos…

Mientras que los niños y niñas, siempre serán lo que son, seres inocentes que ignoran el mundo de los adultos (gracias a Dios por eso), y que son felices porque son auténticos, inquietos y traviesos.

Uno de ellos me regalo una sonrisa, con una voz tímida y el rostro sonrojado, me relató su efímera estadía en el albergue; donde jugo e hizo nuevos amigos…

Ojala todas y todos los vecinos, pudiesen gozar del espejismo de la niñez, para evitar ese horrendo sufrimiento que viven, a consecuencia de la negligencia de aquellos narcisistas obsesionados con el poder y la publicidad.

martes, 17 de abril de 2007

El humanismo y yo


Sin lugar a dudas el fenómeno de las pandillas juveniles, es un problema social que tiene sus orígenes en la exclusión social, sobre todo en un país donde desafortunadamente no todos tenemos las mínimas oportunidades de crecimiento y desarrollo.

Yo pertenezco a una elite privilegiada… a un selecto número de personas que tienen o han tenido el lujo de: estudiar, trabajar en lo que aman, comer rico y abundante, escribir en un blog que nadie lee y otra serie de cosas.

No obstante estoy consciente, e insisto en que las pandillas son una respuesta disfuncional a una exclusión heredada de muchos años atrás, lo cual conlleva a una serie de repercusiones que no podemos obviar, tal es el caso como la violencia, muerte, robos, extorciones, en fin… todo eso que nos meten los medios en la cabeza de forma irrespetuosa e irresponsable y todo por vender más y más ejemplares.

Ya han sido varias ocasiones en donde yo expreso mis puntos de vista en relación a esta problemática a nivel nacional y todos me ven como a un animal extraño.

Desafortunadamente en nuestro país la gente encuentra en el revanchismo, cierto mecanismo de defensa, es decir: bueno me la hicieron, me la pagan, por lo que es común encontrar sentimientos de odio hacia esta población que ya de por si, es y ha sido marginada por generaciones.

En fin, nadie entiende que esta población es así, porque nadie les enseño a ser de otra forma, y como todos indudablemente somos producto de nuestro entorno, los pandilleros de hoy, fueron niños de la calle maltratados en el ayer, con una madre, pandillera y un padre pandillero, la pregunta es: ¿Qué otra cosa aprendieron de su entorno a parte de vivir de una forma disfuncional? ¿Tuvieron otra alternativa?...

La respuesta a mi forma de ver las cosas parece simple… No, desafortunadamente, no tuvieron otra alternativa, lo único que aprendieron de su contexto, fue ha vivir inmersos en la violencia, la delincuencia, las drogas y demás.

Pero no por eso, los pandilleros merecen nuestro odio y revancha; debemos comprender su contexto y entenderlos, pero NUNCA juzgarlos, pues los juzgamos en nuestra realidad y no en la de ellos… claro sería más comprensible que se me condenara a mí por robar y matar, porque yo lo he tenido casi todo.

No dejaré de defender con pasión mis puntos de vista, pues creo que son los más humanos, por ello me considero un humanista, pues el humanismo según el diccionario de la Real Academia de la Lengua española es una doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos, y no existe valor más grande que el valor a la vida.

Por ello es que me molesta que las personas, crean el revanchismo es la solución, que matar erradicar a las pandillas es la solución, en lo que se denomina limpieza social, si pensamos así ¿Qué tan diferentes a ellos somos????... Quizás no mucho y lo peor del caso es que nosotros si tuvimos otras opciones.

Para concluir, dejo claro que no me opongo a la justicia, pero considero que nuestros sistemas penitenciarios, deberían de incluir programas regenerativos y de inclusión social, donde los pandilleros tuviesen ayuda psicológica, médica y la oportunidad de aprender un oficio, para después ganarse la vida honradamente.

Suena utópico… quizás, pero en este mundo corrupto, injusto y perverso… se vale soñar.

jueves, 12 de abril de 2007

Crónica de una colorida pasión


A: Jesús Nazareno de la Caída. (Templo de San Bartolomé Becerra).

El colorido de una tradición ancestral se manifestó, en su máxima expresión cuando la consagrada imagen de Jesús nazareno de la caída, recorrió las principales calles de la ciudad colonial (Antigua Guatemala) el pasado domingo de pasión, (quinto domingo de cuaresma, 25 de marzo de 2007) donde se conmemoro el centésimo quinto aniversario procesional de esta bella imagen.

Eran apenas alrededor de las cinco de la mañana y en la carretera a San Bartolomé de Becerra ya estaban reunidos cientos de feligreses católicos que esperaban con ansía el paso del majestuoso e imponente cortejo procesional, el cual estaba programado para salir a las siete horas. Muchos de los ahí reunidos ya vestían sus mejores galas moradas, a la espera de que les tocara llevar en hombros el anda del señor de la caída, otros por su parte tenían varias horas sin dormir ya que elaboraban las coloridas alfombras para el paso del macro cortejo.

Con la salida del sol en la aurora calurosa de un quinto domingo de cuaresma, venía el olor a incienso y a corozo característicos de nuestras tradiciones durante estas fechas de ante sala a la Semana Santa.

Y fue en punto de las siete de la mañana, con el sonido de los timbales, y el esperado timbre, cuando se levantó el anda de la consagrada imagen, simultáneamente el corazón de miles de feligreses latía más rápido producto de aquella inexplicable emoción de cada domingo de pasión.

El sonido de la marcha fúnebre oficial “Jesús de San Bartolo” y el llanto de muchas abuelitas, jóvenes, niños y adultos, son una de las tantas manifestaciones del fervor y devoción que se le rinde a la consagrada imagen de Jesús Nazareno de la caída.

Al mismo tiempo eran más y más el número de vehículos que hacían cola para ingresar a la ciudad colonial y así poder ser testigos del paso del cortejo, mientras que las ventas de algodones, chupetes, dulces, guantes, capirotes (implemento del cucurucho que coloca sobre su cabeza) discos de marchas fúnebres y hasta corbatas, habrían paso a los romanos que a su vez anunciaban la presencia de Jesús con sus fanfarreas.

Para los devotos cucuruchos y para el público en general, el sol sofocante del medio día parecía no ser un obstáculo, pues el número de los visitantes se multiplicaba, todos ellos buscaban de participar de una u otra manera en el cortejo procesional.

Con el alba, llego el ocaso que a su vez se convirtió en penumbra, pero la gente se continúo aglomerando en los parques e iglesias para ver al señor de la caída, mientras que los pregoneros recitaban al paso del salvador, y oraban por el perdón de los pecados de la humanidad.

Los feligreses con faroles en las manos, con ayuda de la luna iluminaban la noche y con ello, el paso del imponente cortejo, donde hasta atrás se podía apreciar a una madre, desconsolada por el sufrimiento de su hijo: La “Virgen María”, era quien naturalmente cerraba el cortejo. Por su parte las mujeres sin importar lo oscuro de la noche, acompañaron a la madre dolorosa.

Así fue como alrededor de la una de la mañana, ya del quinto lunes de cuaresma sonaron por última vez dentro del templo de San Bartolomé de Becerra, las notas de la marcha oficial y el cortejo casi llegaba a su fin, sólo a la espera de la Virgen María quien minutos después despidió un año más de recorrido procesional.

martes, 10 de abril de 2007

Me quede con su sonrisa


Sin mayores expectativas, un martes emprendí un viaje de tres horas, hacía Panajachel, uno de los lugares turísticos más representativos de nuestro país… de la Guatemala de hoy, de ayer y de siempre, la Guatemala que vislumbra, provoca, seduce y enamora.

Y es que sencillamente me resulta difícil, no amarla…por eso la amo, amo sus celajes, la brisa cautivadora de las playas de Monterrico, lo pintoresco de sus costumbres, ese verde que se eterniza y penetra en nuestras pupilas al punto de cegarnos, amo a su gente, en su mayoría indígena (bendito sea Dios por eso), la sencillez de un pueblo que ha sido golpeado y marginado, por personas que en verdad desprestigian la raza humana.

Amo el dolor de los pueblos en extrema pobreza, siento en carne propia el sufrimiento que aún arrastra la tormenta tropical STAN, ha más de un año de haber penetrado en territorio nacional.

En fin… amo a Guatemala, con todas sus virtudes y defectos, lo que me hace retomar el tema central de este texto.

Un día antes de emprender aquel viaje, que en los últimos meses se había tornado muy habitual en mi, recibí la llamada de el colocho (el novio de la colocha), me dijo que en sus vacaciones del Hospital Roosevelt (antes de iniciar su residencia en pediatría) quería pasar un par de días en Pana, por supuesto con su colochita (Ella estaba, realizando su EPS rural en el ya citado lugar paradisíaco).

Me persuadió (no le fue difícil), diciéndome que llevaría una botella de ron blanco (no quiero hacer publicidad de ningún tipo), y que podríamos disfrutarla enfrente del lago más bello del mundo, claro está que no fue sólo por el ron de mala muerte (que por cierto tibio sabe a rayos), que me aventure aquella vez.

Yo por mi parte me encargaría de persuadir a mi novia y hermana, quienes también estaban a escasas horas de terminar un sueño que duró poco menos de seis meses. No me resultó difícil hacerlo, debido a que ellas ya tenían asuntos pendientes por allá.

El día que llegamos, la colocha, el colocho y la colochita (hermana de la primera), llegaron a la casa donde residían mi hermana y novia, por supuesto nos echamos un par de traguitos y jugamos infantilmente a posada, puesto que estábamos en época navideña.

Pero la aventura no terminó ahí, siempre vuelve amanecer, y es bello ver el alba, en un sitio tan imponente como Pana, pero contrario a lo que muchos turistas nacionales e internacionales creen, Solola no empieza ni termina en Pana, hay mucho más por descubrir, por conocer, sitios pintorescos, donde el intercambio cultural es tan enriquecedor, que de pronto me resulta inverosímil, encontrar formas de vida tan singulares, a tan sólo escasas 3 horas de la capital (eso por las pésimas condiciones de la carretera).

Muy cerca de esa urbe en la que vivo, invadida por la corrupción, la violencia y desgraciadamente la transculturación. Pero afortunadamente hay sitios que aún conservan una identidad propia, aún hay sitios donde el mal no ha llegado, y en las calles se respira un ambiente tranquilo seguro y familiar.

En el interior de este sublime país, uno se da cuenta de cómo las personas, te estrechan la mano y te colmas de agasajos de manera interrumpida, casi sin conocerte ¡buenos días! te dicen por la calle, ¡buenas tardes! esas y muchas otras muestras de cariño, que van desde una mirada, hasta un diminutivo que sólo persigue el fin de hacerte sentir como en casa.

Cuando sentimos, mis acompañantes y yo, estábamos dentro de un bus de transporte colectivo, el cual nos condujo hasta San Lucas Toliman, a una hora de camino, de Pana.

Caminamos por aquel pueblo, las calles parecían desiertas, pero la magia y el misticismo del lugar, deambulaba por cada rincón. Nos cobraron Q20 por persona, para llevarnos en lancha a uno de los sitios más imponentes que mis ojos han tenido la dicha de ver… se trataba de Cerro de Oro, o el elefante dormido como le llaman los lugareños (y es que de lejos tiene la apariencia de un elefante recostado en el suelo).

Las inmensas rocas volcánicas nos dieron la bienvenida, el agua cristalina, nos invitaba a sumergirnos en el lago que insisto, es el más bello del mundo (al menos para mi), pero en el camino a este sitio conocí a una persona que sin lugar a dudas marcó mi vida, de cierta forma tocó lo más profundo de mi ser.

Hablo de Edgar, un niño preadolescente de 12 años; su profesión: fotógrafo, tomaba retrospectivas en papel a un precio de Q20, pero ¿Cuánto vale una foto?, es imposible saber el valor real de la misma, sencillamente plasma un momento, para la posteridad (a veces me pregunto que tan beneficioso puede ser tal cosa, pero en fin, con el correr de los años toda foto se transforma en invaluable).

¿Cómo te llamas? pregunte, después de darme su nombre, indague su edad y vino a mi una pregunta que a mi criterio era obligada, ¿estás estudiando? a lo que respondió que si, afortunadamente, estudiaba en sexto primaria, cumpliría los 13 en diciembre y el otro año, le tocaría acudir a la escuela en la jornada vespertina.


El lanchero, piloto o capitán, ofreció esperarnos 1 hora y media, para que pudiésemos conocer el pueblo, el cual era hermoso y fascinante, la iglesia de roca volcánica estaba en alto, y tenía una preciosa vista al lago.

Cuando regresamos de nuestra peregrinación, nos encontramos con Edgar, en calzoncillo sumergido en aquella agua transparente, casi tan transparente como su alma, se tiró cuantas veces quiso y se sonreía de nuestro respeto al agua, mi hermana le pedía clavados, los cuales realizó, yo diría con una muy alta calidad: se tiró de espaldas, de vuelta de gato, parado, acostado, sobre una madera más alta, brincó una cuerda etc.

Edgar se lució como los grandes, y al final, como era de esperarse y por la falta de una cámara, nos tomo una foto, la cual la pagamos entre todos, la colochita la escaneo, y todavía la guardo en mi correo electrónico… lo malo de ser fotógrafo, es que no se puede salir en la foto y ese es la principal debilidad de aquella.

Ojala hubiese podido tomarme una con él, ahora me tendré que conformar con la imagen visual que almacene en mi cerebro, el cual tiene un espacio muy limitado, sólo espero que dicha imagen pueda ser almacenada por mucho tiempo.

Al charlar con Edgar, conocer su entorno, fui feliz… sentí una paz interior, conocí la llamada justicia divina y confirme que Dios existe y que es grande.

Aunque puedo asegurar que Edgar es pobre, quizás muy pobre, esa sonrisa, que aún disfrutó al recordar, me reflejo no sólo la pureza de su alma, si no la felicidad en la cual vive, con recursos tan limitados.

Pude ver en sus ojos aquella inocencia; yo a su edad, ya había jugado Mortal Kombat, en Super Nintendo y en Sega Genesis, ya había conocido la violencia, ya había visto películas donde muere gente… y así percibí a la muerte violenta, como algo natural, yo jugué con pistolas y con soldaditos, pero Edgar… él desconoce que pasa en el centro de la ciudad capital, desconoce que a uno lo matan por un celular.

En fin desconoce toda esa basura de la televisión por cable, y la contaminación visual capitalina, que mata el alma y aniquila los sueños.

Que sabe él de Evelyn Isidro, asesinada y violada un primero de enero, que sabe de las drogas y la música rock.

Quizás vivimos en un espejismo y la esencia de la vida, de toda la existencia consiste en ser como Edgar, consiste en convivir con la naturaleza pacíficamente, consiste en soñar cosas lindas, y no soñar con muerte, con persecución (yo a menudo sueño esas cosas)

Por ello que al recordar la sonrisa de Edgar, sonrío yo, al recordar su felicidad, soy feliz, me quede con su sonrisa grabada en mi mente y sólo espero que no se borre tan fácil.

No te vayas a la capital, le sugerí, allá no hay nada bueno; ojala me haya escuchado, ojala que el inexorable correr de los minutos inservibles, NO le arrebaten la joya más preciosa que posee… su inocencia.

Gracias Edgar por haberte conocido.

Dedicado a Edgar y a toda la gente que lucha por hacer de Guatemala, un lugar más habitable.

martes, 3 de abril de 2007

Hace un año


Hace alrededor de un año... un sabado anterior a Ramos, o bien podría decirse un sabado del Consuelo, como muchos guatemaltecos le llaman a este singular día, me tope con un viejo padecimiento: mi brazo izquierdo con un edema a nivel de tejidos blandos.

Estaba molesto, pues me resultaba incomodo, andar en las procesiones con el brazo adolorido, hinchado y sin poderlo estirar. Entonces solicite que me inyectarán un analgésico, el cuál responde al nombre de Diclofenaco.

Para mi sorpresa el resultado fue contraproducente, pues el brazo se me hincho aún más y ahora con una severa hemorragia interna, que hizo que mi extremidad se tornará de un color morado, casi negro.

La preocupación de mi familia fue tal, que mi hermana (médica), me pidió que llegará al hospital, pues las cosas se podían complicar.

En la mañana del Domingo de Ramos, me presente al hospital, con un muy mal presentimiento, desafortunadamente el médico de turno le resto importancia a mi caso,y me envío a casa, esto a pesar de que era evidente que el problema requeria más que un simple desinflamatorio.

Me puse mi túnica y fui a incorporarme al cortejo procesional, (al del señor de los milagros), cuando terminé de cargar mi turno, sentí que el brazo me pesaba, lo sentí caliente (tal sensación, producto de la hemorragia interna, claro está).

Algo en mi sabia que ese año, no podría ver la entrada como en años anteriores por lo que me invadió un sentimiento de profunda tristeza, sentí un dolor, difícilmente descriptible (con esto no quiero decir que sea el dolor más grande que he vivido).

Trate de aguantar el llanto, pero fue inevitable sentir la gelidez de aquellas lágrimas, que caian lentamente por mis ojos hasta llegar a mis mejillas. ¡Si señor! eran lágrimas de hombre, de alguién frustrado, que observa como lentamente, se le escurre dentro de sus manos, algo tan invaluable como: el privilegio de participar en las procesiones guatemaltecas.

Regrese al hospital y el doctor, ordenó que me internaran, lo cual fue para mi un golpe duro y bajo, pues ni siquiera podría ver iluminada la procesión.

Ahhhh que recuerdo tan amargo, aquel de hace un año atrás...

Pasadas las 10 pm, después de rogarle al doctor que me dejará salir a ver la procesión iluminada (el médico de turno accedió, con la condición de que yo firmara una hoja, que le quitaba todo tipo de responsabilidad a él y al hospital, por cualquier cosa que me pudiese suceder), me postre, sin uniforme, en la esquina de la 5ta calle y 11 avenida zona 1, a ver el imponente cortejo pasar enfrente de mi, me resultó imposible dejar de sentirme mal, por no poder ser participe de tan sublime momento.

Un amigo recientemente, describió aquel momento como conmovedor, pues aseguró que mi mirada reflejaba una profunda tristeza. El resto de la Semana (doblemente Santa), no pude participar en muchos de los cortejos y en los pocos que participe, no lo hice como normalmente suelo hacerlo.

Tarde mucho en comprender, que aquella desagradable experiencia, había sido un prueba de Dios, que él me había tratado de hablar, pues queria que viviera una Semana Mayor diferente, alejado de los cortejos procesionales, que a veces suelen ser una distracción (que no esta mal, pero en fin, siempre es bueno mantener una relación intrinseca con Dios)

Un año después a menos de una escasa semana de iniciar los días grandes, mi brazo, me empezó a jugar una mala pasada, por lo que me lo inmovilizarón con un canal de yeso en otro hospital, lo cual significaba que estaría almenos los primeros dos días grandes, con cabestrillo e incomodidades dentro de los cortejos.

En fin, pese a eso, ahora me dispongo a concluir la Semana Santa de la Guatemala de ayer de hoy y de siempre, de la mejor manera posible, participando en todos los cortejos procesionales.

Que mejor forma de abrir un blog que con semejante bendición...
Dios bendiga a los cucuruchos, y ojala haya tradición, fe y devoción para siempre.