martes, 24 de julio de 2012

Un día especial...


Durante 24 años este día pasó inadvertido para mí, una fecha más que tachar en el calendario, 3,600 segundos para vivir. Hace  3 años, cuando justo usted llegaba a un cuarto de década de vida, ese escenario de indiferencia cambió y aunque aún en un contexto de amistad, supe que el 24 de julio sería una fecha que difícilmente podría olvidar.

Hoy elevó una oración al cielo por su existencia y agradezco a su mami el milagro tan perfecto que concibió hace ya 28 primaveras, veintiocho años de iluminar el mundo, de pintar con cada sonrisa paisajes multicolores, veintiocho años de ver el universo con su particular pasión, de ser querida por todos, porque “todos quieren a la Su…”.




Gracias porque hoy abrirá los ojos y le  volverá a regalar a mi vida, esperanza, sentido, color y humor, gracias por pintarme la vida de colores, por ser y por estar a mi lado. Porque pese a mis defectos y errores, que son muchos, usted le apostó a estar junto a mí.

Gracias por colmarme de tantas bendiciones, sencillamente gracias por existir. No es todo lo que pienso y siento, pero inician una infinita descripción. La amo y ojala pueda perderme en su mirada, ojala cada mañana me despierte con su aliento, escuché su sonrisa y tenga la certeza de que soy un hombre feliz, porque estoy a lado de la mujer correcta. Disfrute su cumpleaños y discúlpeme por mi involuntaria ausencia. 

lunes, 2 de julio de 2012

Acerca de la victoria de España y la injustificable euforia de algunos guatemaltecos


Naturalmente España vivió una auténtica fiesta ayer. Y no es para menos, logró revalidar su corona europea, ante una desfigurada Italia. En Madrid hubo una fiesta la cual era de esperarse y está por demás justificada. Donde no hay nada que celebrar es en mi amada Guatemala, donde lamentablemente los ciudadanos de mi gran país, que lo es aunque la mayoría de chapines lo ignoren, se creen españoles y suelen ondear banderas ajenas.


Con indignación he leído en redes sociales y estados de Blackberry, como guatemaltecos se sienten "más españoles que nunca". Curiosamente la gran mayoría de esos chapines carentes de total identidad, JAMÁS conocerán España o apenas aspirarán a hacer una visita turística de tres o cuatro días por España, un país sin duda hermoso, pero que en lo humano puede dejar mucho que desear.


Claro que hay españoles buenos, por supuesto, a su fría y particular forma de serlo. Hay españoles amables y con actitud de servicio, eso es indudable, pero ninguno de ellos ondeara la bandera azul y blanco, y ninguno de ellos celebrará NUNCA un triunfo que no sea el propio. Lo cual bajo mi óptica es comprensible y normal.
También hay españoles que te ven por debajo del hombro, te discriminan, se sienten mejores que vos, porque vienes del "tercer mundo". Lo cierto es que para la gran mayoría no existe Guatemala, desconocen de su ubicación geográfica y todas nuestras maravillosas costumbres.


Mi pregunta es ¿Por qué los guatemaltecos tenemos que celebrar los triunfos ajenos y ondear la bandera de un país para el cual NO existimos? Urge inyectar a los guatemaltecos una dosis de identidad.

jueves, 28 de junio de 2012

Lejos de usted


“La única nostalgia lamentable es aquella definitiva”, me dijo un twitero hace pocos meses. Hacía alusión a aquella añoranza que experimenté durante la Cuaresma y la Semana Santa, tiempo en el que, por primera vez en mi vida, estuve lejos de mi país, de mi gente y de mis tradiciones.

El comentario, de aquel seguidor de twitter, no deja de ser acertado, pero como todo en este mundo, que irremediablemente gira sin parar, hay aspectos en los que no cabe la objetividad e instantes en los que la nostalgia, por efímera que sea, juega en nuestra contra y nos hace pasar por sombríos episodios.

El 22 de octubre de 2011 una llamada cambió mi vida. La notificación de que había sido admitido a una beca de seis meses en España me llenó de emoción, era una gran oportunidad, esa misma que tanto añoraba, la que había idealizado muchas noches al lado de mi acarosa almohada.

Tres meses después partí, empaqué mi maleta con sueños, con mucha curiosidad y con sentimiento de aventura. Dejé atrás al país de mis amores y aquel triste episodio de verla a usted sujetando mi cuello con fuerza, de verla a usted con sus ojos acuosos, con la mirada triste, de sentir aquel beso, que sería el último en 187 casi eternos días.

Estar en Europa, conocer, compartir con nuevos amigos, ha sido un regalo de vida, pero en la soledad de mi habitación, siempre duermo con su ausencia y recuerdo esa mirada nostálgica que parecía pedirme a gritos que no me fuera. Estar sin usted, ha sido, sin temor a equivocarme una de las cosas más difíciles que he vivido durante el último lustro.

Y es que usted es mi otra mitad, el diástole de este corazón que late a medias y que por momentos desmaya. Ciento cuarenta ocho días transcurrieron desde aquel último beso, desde que mis ojos se vieron reflejados en los suyos, que mi piel sintió la sublime caricia de sus manos.

Ciento cuarenta y ocho días transcurrieron desde la última vez que estuve completo. Cada día me enfrentó a su fantasma, a la ausencia de sus brazos, pero cada día que pasa me acerca nuevamente a usted, a mi plenitud, que es y será estar a su lado, a reflejarme cada día en su mirada, esa que tanto amo, la de los ojotes hermosos.

Ojala cada día este lleno de su calidez, que nunca nos sobren las sonrisas y las palabras de amor, que nunca nos sobren las ganas de estar juntos y de sentirnos uno, que usted siempre sea para mi lo mismo que yo seré para usted. (-39)


domingo, 17 de junio de 2012

La pansita


Históricamente, desde que abrí este espacio virtual, que más se asemeja a un diario personal que a un sitio en el cual comparto textos, he dedicado varias de mis pobres letras a la mujer que hizo posible, que un loco como yo, se atreviera a expresar de forma pública sus retorcidas ideas. Me refiero a la mujer que me dio la vida, esa misma que me llevo dentro de ella por nueve incómodos meses.

Pero no solo fue ella la responsable de que estos ojos pudiesen ver la luz solar. Hay otro responsable, al cual hoy, en la conmemoración del día del padre, le quiero dedicar un par de párrafos.

Hablar de mi papá, es hablar de esa pansita, cada vez más grande, es hablar de raciocinio, a veces en muy elevadas dosis, es referirse a ejemplo, valentía, tenacidad y hasta de buen humor. Mi papá lo tiene todo, su sobresaliente inteligencia y su enorme capacidad para afrontar y superar problemas, que en el papel parecen  imposibles, son tan solo algunas de las características que destaco en mi padre, al que efectivamente le llamo pansita.

Su vida es un ejemplo. 

Capítulo I

Ciudad de Guatemala, un día en la década de los 90´s bajo un sol sofocante, aquel señor  de saco oscuro, zapatos lustrados y camisa perfectamente planchada, sale de una reunión laboral.Con sonrisa fingida, atiende una llamada telefónica, no pasa nada, todo se encuentra bien. Simple: otro día de captar cuenta habientes para un banco importante.

El señor de la corbata italiana y el carro japones, finge que todo esta bien, engaña a todos, menos a si mismo. Con apuro compra la pizza que su hijo tanto espera en aquella cuarta planta de ese mal pintado cuarto de hematología pediátrica.

Va con premura, y cada semáforo parece detener su camino. Apenas entra unos minutos a aquella habitación, pero ver como su hijo mejora, le eriza la piel, le cambia el rumbo del día. Besa a su esposa y parte con cierto dejo de esperanza.

Capítulo dos.

Mismo señor, ahora un poco más obeso. Llega a casa, saluda a su hijo, le regala un disco de música y le pide celosamente que lo escuche con poco volumen. El infante, no debe molestar a  su enferma mamá. Sube las gradas y el señor obeso, se enfrenta a su esposa... ya no es la misma de antes, su cuerpo está inmóvil y ya no puede hablar.

El amoroso esposo toma la mano de aquella moribunda mujer, la aprieta con fuerza y le dice que es hora de partir. Le promete aquello que cumplió con devoción: "cuidaré de tus hijos siempre". Se marcha con un nudo en la garganta, pero satisfecho de haber amado, servido y haberse entregado siempre y sin titubear a la madre de sus hijos. Dios sabe que el señor obeso hizo todo por ayudar a su esposa, desde inyectarla, hasta buscar aquel inverosímil remedio que poco hizo por mejorar la deteriorada salud de su pareja.

El ejemplo habla por si sólo, padre y esposo entregado, además de buen hijo, es sin duda sinónimo de gran ser humano. Padre se te ama con todo y pansa. Feliz día y que Dios te bendiga siempre, sos un orgullo.








jueves, 14 de junio de 2012

La sonrisa de ella...


La temperatura de estas cuatro paredes me sienta agradable, no paso frío ni calor. Tomo la computadora, abro deliberadamente un archivo de fotos para encontrarme con ella. Dios sabe la falta que me hace y apreciar sus fotos, me brinda cierta reconfortante calma.

Ahí está ella, junto a un gigantesco barrilete multicolor o abrazando un inesperado regalo de navidad, ahí está ella, iluminando mi universo, dándole calor y otra razón de ser a mi vida, al lado de su madre, en una playa paradisíaca o en una hermosa ciudad atrapada en los 60´s.

Ahí está ella y su sonrisa, esa elocuente, espontanea, la de los dientes grandes y labios carmín, esa misma con la que conquista el mundo. Esa sonrisa que seduce, que enamora, la sonrisa intrépida , berrinchuda, de niña traviesa, de pícara, de alegría, la sonrisa de ella, su sello personal, la cara visible de su belleza física e interna.

Pero lo que amo no es la sonrisa en si, sino lo que hay detrás de ella: la disposición a servir, la entrega absoluta, su disposición a complacerme, sus palabras, las escritas, las habladas e incluso las que ni siquiera pronuncia. La profundidad de esa mirada, lo circular de esos ojotes tan lindos... No lo es todo pero inicia una infinita descripción.

A menudo miro fotos de ella y me complace sentirla mía y sentirme suyo. Estamos lejos, pero la distancia ya no es incertidumbre, es esperanza, es fe, es amor...

miércoles, 6 de junio de 2012

El grillito que recorrió Berlín en Bicicleta


Capítulo uno: Y aquel adolescente, jugaba a ser un adulto, esa fijación por la segunda edad no era casualidad.  La vida le había dado lecciones de madurez a aquel cuasi niño,  que vestía con frecuencia un pantalón de lona azul y una camisa verde,  el mismo que gracias a un gran amigo, conoció a aquella joven de mejillas rosadas y sonrisa elocuente.

Era psicóloga aunque después fue cantante, pero aún más importante: siempre  fue y siempre  será amiga. El adolescente charangueaba una guitarra comprada en un mercado de artesanías en la ciudad de México, unos pocos años atrás.

Como compartían gustos  aquel adolescente decidió invitar a su nueva amiga a unirse a un grupo musical. La trayectoria de la incipiente e improvisada banda, es mejor no recordarla. El adolescente tocaba muy mal, aunque su amiga, quien se identificará en este relato  como Ana, pensaba lo contrario, el “grillito cantor” lo apodó, en alusión a aquella camisa verde que usaba con frecuencia y a aquel  pobre tarareo de canciones de Sylvio Rodríguez  además mal charrangueadas.

Capítulo II
Como si nada, y al mismo tiempo como si todo, el inexorable correr del tiempo  y los caminos tan distintos que aquel niño y aquella joven tomaron, supusieron un distanciamiento entre aquellos amigos. Catorce años transcurrieron,  con algunos entre tiempos,  para que el grillito y Ana, recordaran juntos y entre risas aquel  fracasado intento por tener un grupo musical.

Martes 15 de mayo: las notas de ojala, del maestro Sylvio son pobremente interpretadas por el ahora joven, apenas recuerda la canción, esa misma que tantas veces cantó junto a Ana, hace casi una década y media. El grillito se encuentra en la sala de la casa de Ana en Berlín…vaya que el mundo da vueltas, vaya que el destino sorprende.

Gunar, esposo de Ana, documenta aquel episodio que probablemente no se repetirá por algunos años, con estupor profundo observa a su compañera de vida y en su asombro y defectuoso español anglosajón atina a decirle “que bonito cantas, no te había escuchado cantar así”. Fin de la velada.

El ahora adulto, conoce Berlín, gracias a su amiga Ana y su esposo Gunar, ambos hicieron que el otrora grillo se sintiera como en casa. Aunque el termómetro marcaba los diez grados centígrados, en la casa de Gunar y Ana, el ahora joven adulto siempre sintió un apacible calor.

Berlín una urbe verde: El otrora grillito recorre junto a su amiga Ana y en bicicleta la bella ciudad de Berlín, esa que asombra con el verdor de sus parques y al mismo tiempo con su infraestructura antigua y moderna. Esa urbe amigable,  de ciclovías, la de la puerta de Brandesburgo y  la del muro, la de la topografía del terror y el museo de la resistencia.

Berlín, te maravilla en cada esquina, Berlín te invita a volver y te enamora, pero como dijo un amigo recientemente: la vida no son lugares, la vida son personas, gracias Ana y Gunar por tanta calidez, no esperaba tanto, gracias por los capuchinos que seguiré extrañando y por la cerveza de tres componentes. 

jueves, 10 de mayo de 2012

Diecisiete años...

Diecisiete años me separaran de aquel diez de mayo-el último con verdadero sentido para mi-. Recuerdo que mi mamá ya no pudo asistir a ninguno de los actos, organizados en los tres colegios donde estudiaban sus hijos, para celebrar el día de la madre.

 Postrada en esa cama ortopédica apenas alcanzó a estirar sus brazos para recibir mi agasajo, sin embargo, a pesar de su dolor, pude ver en su mirada una expresión de profundo e infinito amor hacia mi, hacia su negrito, su negrura, como solía llamarme.

 Ya para esos días la mirada de mi madre, aunque con cierta inexplicable esperanza, lucía triste, en su rostro se reflejaba la nostalgia de aquella mujer que sabía que no vería a su negrito graduarse del colegio, ni siquiera lo vería llegar a la secundaria. Sin embargo, a pesar de eso, a pesar de tanto dolor, la fe de esa mujer de 40 años, que había vencido al cáncer a lo largo de cinco años, en contra de todos los pronósticos médicos, estaba inquebrantable. Su amor a la vida, a su familia y a sus hijos era cada día mayor.

 Ese día mi mami me miró, como siempre, con ojos de amor, con la mirada de una una mujer integra, transparente, entregada a su familia, pero sobre todo a Dios. Muchas veces las escuché agradecerle al creador por la enfermedad que la había hecho padecer.

Han pasado 17 años de aquel conmovedor momento. Sin embargo el ejemplo de fe, fortaleza, entrega y amor que ella me dejó perdurará en mi hasta que Dios me de fuerzas para recordar a aquella madre abnegada, a aquella maestra chistosa, la misma que le enseño sus primeras letras a cientos de infantes, con bailes y sonrisas. Esa mentora que dedicaba sus tardes libres a reforzar la lectura y escritura de aquellos niños (as) que tenían más dificultades, la que llevaba a sus alumnos a desayunar y almorzar a casa, cuando estimaba que estos lo necesitaban.

La mujer que le preparaba almuerzo a aquel mendigo, que tardaba más en agradecer que en ingerir los alimentos, la que le daba fresco a los vendedores ambulantes. Esa mujer que ahora es una madre más en el cielo.

Mami, espero que desde arriba podas estar, por lo menos, un poco orgullosa de este periodista defectuoso, beligerante, efervescente, melancólico y con millones de defectos que formaste. Yo te garantizo que acá en la vida terrenal tenes a tres hijos, mis hermanos y yo, que te aman infinitamente y que recuerdan cada una de tus ocurrencias.


Te extraño mami, extraño tus abrazos y Dios sabe que sacrificaría mucho, quizás todo, por volver a sentir el roce de tu piel con la mía. Te extraño y la vida no me alcanzará para dejar de extrañarte y amarte. Cada día aprendo a vivir sin ti, pero cada día me falta más por aprender. Gracias por darme la vida, por compartirla con tanta entrega. Te amo Feliz Día mami.




FOTO: La seño Anabella, en sus primeros años como docente en el Colegio San José de los Infantes (1974)

martes, 27 de marzo de 2012

"Programa Balboa 2012"


Fue por el ya lejano año 2009 cuando escuché por vez primera acerca la existencia del prestigioso “Programa Balboa”, dirigido a jóvenes periodistas iberoamericanos. Ese proyecto, más práctico que académico, sonaba como una excentricidad para aquel joven periodista, quien se quedo perplejo ante la posibilidad de vivir tan fascinante experiencia.
Lo recuerdo muy claramente, fue en aquella pequeña redacción, del diario donde trabajaba, cuando escuché por primera vez del “Programa Balboa”. El director de aquel medio anunciaba en voz alta que una colega viajaría 6 meses al goce de una beca en la lejana ciudad de Madrid, España. Con estupor y con un dejo de envidia, de la buena por supuesto, mire con admiración a la periodista beneficiaria de la edición 2009 de ese proyecto.

¿Cuándo ganaré yo una beca como esa? Pensé. ¿Qué debo hacer? ¿Cuáles son los requisitos ¿Debo ser un profesional graduado? En 2010 y por sugerencia de esa colega decidí aplicar al programa por primera vez. Con más dudas que certezas, llené aquel formulario desde la computadora de la oficina donde laboraba, esa misma donde se escribieron pretenciosos reportajes.

El primer intento: un fracaso casi anunciado, eso que llaman intuición me había dicho que la beca, momentáneamente no estaría a mi alcance. Reconozco que de haber sido beneficiado, probablemente no habría logrado titularme meses después, debido a que en la primera ocasión opté al beneficio sólo con pensum cerrado.

Mi momento llegó tan sólo un año después, esta vez mi intuición me decía que la beca sería para mí y así fue. Literalmente brinqué de la emoción. Después de tanto esperar el día para partir llegué al aeropuerto con la idea de que estaría más lejos de casa que nunca, que dejaría a la familia, los amigos, la novia, los platillos típicos y las tradiciones de Cuaresma y Semana Santa.

Y acá estoy, casi dos meses me separan de aquel día… Hasta el momento el balance es favorable: lindos lugares, rica comida, buen vino y podría continuar con la enumeración.

Por supuesto no ha faltado la añoranza, la desesperación y uno que otro latido a destiempo. Pero lo mejor del viaje sin duda: Los chicos, los mismos que me escuchan y que por una extraña razón, que no logró entender: me quieren. No me es difícil percibir su calor humano, no me es difícil hacerlos parte de mi vida y sentirlos como mis hermanos.

En estos primeros dos meses hubo momentos para todo: para reír, los más divertidos y abundantes, para reflexionar, para compartir o simplemente para escuchar y ser escuchado. Los chicos: el alma y corazón de esta experiencia. Sin ellos… ya no sé qué haría sin ellos…
Saben a quienes me refiero chicos, escribir sus nombres está de más. Los quiero…