domingo, 17 de junio de 2012

La pansita


Históricamente, desde que abrí este espacio virtual, que más se asemeja a un diario personal que a un sitio en el cual comparto textos, he dedicado varias de mis pobres letras a la mujer que hizo posible, que un loco como yo, se atreviera a expresar de forma pública sus retorcidas ideas. Me refiero a la mujer que me dio la vida, esa misma que me llevo dentro de ella por nueve incómodos meses.

Pero no solo fue ella la responsable de que estos ojos pudiesen ver la luz solar. Hay otro responsable, al cual hoy, en la conmemoración del día del padre, le quiero dedicar un par de párrafos.

Hablar de mi papá, es hablar de esa pansita, cada vez más grande, es hablar de raciocinio, a veces en muy elevadas dosis, es referirse a ejemplo, valentía, tenacidad y hasta de buen humor. Mi papá lo tiene todo, su sobresaliente inteligencia y su enorme capacidad para afrontar y superar problemas, que en el papel parecen  imposibles, son tan solo algunas de las características que destaco en mi padre, al que efectivamente le llamo pansita.

Su vida es un ejemplo. 

Capítulo I

Ciudad de Guatemala, un día en la década de los 90´s bajo un sol sofocante, aquel señor  de saco oscuro, zapatos lustrados y camisa perfectamente planchada, sale de una reunión laboral.Con sonrisa fingida, atiende una llamada telefónica, no pasa nada, todo se encuentra bien. Simple: otro día de captar cuenta habientes para un banco importante.

El señor de la corbata italiana y el carro japones, finge que todo esta bien, engaña a todos, menos a si mismo. Con apuro compra la pizza que su hijo tanto espera en aquella cuarta planta de ese mal pintado cuarto de hematología pediátrica.

Va con premura, y cada semáforo parece detener su camino. Apenas entra unos minutos a aquella habitación, pero ver como su hijo mejora, le eriza la piel, le cambia el rumbo del día. Besa a su esposa y parte con cierto dejo de esperanza.

Capítulo dos.

Mismo señor, ahora un poco más obeso. Llega a casa, saluda a su hijo, le regala un disco de música y le pide celosamente que lo escuche con poco volumen. El infante, no debe molestar a  su enferma mamá. Sube las gradas y el señor obeso, se enfrenta a su esposa... ya no es la misma de antes, su cuerpo está inmóvil y ya no puede hablar.

El amoroso esposo toma la mano de aquella moribunda mujer, la aprieta con fuerza y le dice que es hora de partir. Le promete aquello que cumplió con devoción: "cuidaré de tus hijos siempre". Se marcha con un nudo en la garganta, pero satisfecho de haber amado, servido y haberse entregado siempre y sin titubear a la madre de sus hijos. Dios sabe que el señor obeso hizo todo por ayudar a su esposa, desde inyectarla, hasta buscar aquel inverosímil remedio que poco hizo por mejorar la deteriorada salud de su pareja.

El ejemplo habla por si sólo, padre y esposo entregado, además de buen hijo, es sin duda sinónimo de gran ser humano. Padre se te ama con todo y pansa. Feliz día y que Dios te bendiga siempre, sos un orgullo.








1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias hijo, solo hice lo que tenia que hacer, lo hice con amor y lo volveria a hacer, pero lo mas importante es que he tenido una recompesa superior a cualquier esfuerzo, tres hijos extraordinarios, te quiero Juanito sigue adelante con tus sueños, que Dios te bendiga. tu padre