miércoles, 6 de junio de 2012

El grillito que recorrió Berlín en Bicicleta


Capítulo uno: Y aquel adolescente, jugaba a ser un adulto, esa fijación por la segunda edad no era casualidad.  La vida le había dado lecciones de madurez a aquel cuasi niño,  que vestía con frecuencia un pantalón de lona azul y una camisa verde,  el mismo que gracias a un gran amigo, conoció a aquella joven de mejillas rosadas y sonrisa elocuente.

Era psicóloga aunque después fue cantante, pero aún más importante: siempre  fue y siempre  será amiga. El adolescente charangueaba una guitarra comprada en un mercado de artesanías en la ciudad de México, unos pocos años atrás.

Como compartían gustos  aquel adolescente decidió invitar a su nueva amiga a unirse a un grupo musical. La trayectoria de la incipiente e improvisada banda, es mejor no recordarla. El adolescente tocaba muy mal, aunque su amiga, quien se identificará en este relato  como Ana, pensaba lo contrario, el “grillito cantor” lo apodó, en alusión a aquella camisa verde que usaba con frecuencia y a aquel  pobre tarareo de canciones de Sylvio Rodríguez  además mal charrangueadas.

Capítulo II
Como si nada, y al mismo tiempo como si todo, el inexorable correr del tiempo  y los caminos tan distintos que aquel niño y aquella joven tomaron, supusieron un distanciamiento entre aquellos amigos. Catorce años transcurrieron,  con algunos entre tiempos,  para que el grillito y Ana, recordaran juntos y entre risas aquel  fracasado intento por tener un grupo musical.

Martes 15 de mayo: las notas de ojala, del maestro Sylvio son pobremente interpretadas por el ahora joven, apenas recuerda la canción, esa misma que tantas veces cantó junto a Ana, hace casi una década y media. El grillito se encuentra en la sala de la casa de Ana en Berlín…vaya que el mundo da vueltas, vaya que el destino sorprende.

Gunar, esposo de Ana, documenta aquel episodio que probablemente no se repetirá por algunos años, con estupor profundo observa a su compañera de vida y en su asombro y defectuoso español anglosajón atina a decirle “que bonito cantas, no te había escuchado cantar así”. Fin de la velada.

El ahora adulto, conoce Berlín, gracias a su amiga Ana y su esposo Gunar, ambos hicieron que el otrora grillo se sintiera como en casa. Aunque el termómetro marcaba los diez grados centígrados, en la casa de Gunar y Ana, el ahora joven adulto siempre sintió un apacible calor.

Berlín una urbe verde: El otrora grillito recorre junto a su amiga Ana y en bicicleta la bella ciudad de Berlín, esa que asombra con el verdor de sus parques y al mismo tiempo con su infraestructura antigua y moderna. Esa urbe amigable,  de ciclovías, la de la puerta de Brandesburgo y  la del muro, la de la topografía del terror y el museo de la resistencia.

Berlín, te maravilla en cada esquina, Berlín te invita a volver y te enamora, pero como dijo un amigo recientemente: la vida no son lugares, la vida son personas, gracias Ana y Gunar por tanta calidez, no esperaba tanto, gracias por los capuchinos que seguiré extrañando y por la cerveza de tres componentes. 

1 comentario:

Fernando dijo...

que bueno que viajes tanto, algún día lo hare también, también vera a nuestra amiga en Berlin pero no toco guitarra