viernes, 17 de julio de 2009

Tocar fondo


Un cuarto de década me ha resultado suficiente para poder parafrasear al escritor Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. A lo largo de este tiempo, que a veces me parecen siglos, he tenido la oportunidad de conocer las diversas gamas de colores que tiene la vida. En mi material existencia he reído y llorado. He visto desde los más deslumbrantes amaneceres hasta las noches más oscuras.

Mi cotidianidad ha estado colmada de sonrisas, esperanzas, sueños e ilusiones, pero también de uno que otro latido a destiempo. De uno que otro suspiro esfumado en la fragmentación de un segundo. La vida es así, está hecha de momentos, algunos maravillosos llenos de lindos colores y otros lapsos amargos.

No obstante mi actual coyuntura no se caracteriza como una desbordante felicidad, mi presente está plagado de incertidumbre y sobre todo de dolor. Quizás soy yo y mis estupidas decisiones, quizás soy yo y también otros y mi entorno mismo.

Quizás es extremo cansancio y sobredosis de estrés. Quizás es el excesivo tronar de las teclas de la computadora o los malos y prolongados días laborales, ausencia de éxito y demasiada presión o quizás auto presión y una muy rígida autocrítica. Quizás esos latidos a destiempo provienen de una, espero yo efímera, inestabilidad emocional que responde a una serie de cambios que afectan el trayecto de mi insignificante existencia.

No hay respuestas concretas, sólo muchas interrogantes e incertidumbre. Lo cierto es que siento que toco fondo y mi desesperanza es tal que creo que paso por el peor momento de mi último año. Lo peor del caso es que he recordado momentos grises, no sé por qué razón cuando estoy así recuerdo cosas que me lastiman.

Mi madre en su lecho de muerte y ese adiós que no pude darle. Mis más recientes hospitalizaciones en un cuarto de intensivo, cuando mis familiares, médico incluso yo, pensamos que mis días de irresponsabilidad, rebeldía y pasión llegarían prematuramente a su fin. Recuerdo aquellos aparatos que median mis signos vitales en aquellos días cuando el sol se negó a salir. Recuerdo mi inmovilidad y el extremo dolor que sufrí, al extremo de suministrarme demerol, morfina y otras drogas para aliviarme. Recuerdo eso y otras cosas que me lastiman en lo más hondo de mi alma.

Quizás ya pasará o este sea el comienzo de otro de mis malos momentos. Lo cierto es que siento que toco fondo, lo cierto es que me siento agotado, lo tangible es que estoy ausente, distante y triste. Espero mañana salga el sol.

No hay comentarios: