“La única nostalgia lamentable es
aquella definitiva”, me dijo un twitero hace pocos meses. Hacía
alusión a aquella añoranza que experimenté durante la Cuaresma y
la Semana Santa, tiempo en el que, por primera vez en mi vida,
estuve lejos de mi país, de mi gente y de mis tradiciones.
El comentario, de aquel seguidor de
twitter, no deja de ser acertado, pero como todo en este mundo, que
irremediablemente gira sin parar, hay aspectos en los que no cabe la
objetividad e instantes en los que la nostalgia, por efímera que
sea, juega en nuestra contra y nos hace pasar por sombríos
episodios.
El 22 de octubre de 2011 una llamada
cambió mi vida. La notificación de que había sido admitido a una
beca de seis meses en España me llenó de emoción, era una gran
oportunidad, esa misma que tanto añoraba, la que había idealizado
muchas noches al lado de mi acarosa almohada.
Tres meses después partí, empaqué mi
maleta con sueños, con mucha curiosidad y con sentimiento de
aventura. Dejé atrás al país de mis amores y aquel triste episodio
de verla a usted sujetando mi cuello con fuerza, de verla a usted con
sus ojos acuosos, con la mirada triste, de sentir aquel beso, que
sería el último en 187 casi eternos días.
Estar en Europa, conocer, compartir con
nuevos amigos, ha sido un regalo de vida, pero en la soledad de mi
habitación, siempre duermo con su ausencia y recuerdo esa mirada
nostálgica que parecía pedirme a gritos que no me fuera. Estar sin
usted, ha sido, sin temor a equivocarme una de las cosas más
difíciles que he vivido durante el último lustro.
Y es que usted es mi otra mitad, el
diástole de este corazón que late a medias y que por momentos
desmaya. Ciento cuarenta ocho días transcurrieron desde aquel último
beso, desde que mis ojos se vieron reflejados en los suyos, que mi
piel sintió la sublime caricia de sus manos.
Ciento cuarenta y ocho días
transcurrieron desde la última vez que estuve completo. Cada día me
enfrentó a su fantasma, a la ausencia de sus brazos, pero cada día que
pasa me acerca nuevamente a usted, a mi plenitud, que es y será
estar a su lado, a reflejarme cada día en su mirada, esa que tanto
amo, la de los ojotes hermosos.
Ojala cada día este lleno de su
calidez, que nunca nos sobren las sonrisas y las palabras de amor,
que nunca nos sobren las ganas de estar juntos y de sentirnos uno,
que usted siempre sea para mi lo mismo que yo seré para usted.
(-39)
1 comentario:
Hola,
He creado un nuevo blog y me gustaría invitarlo a participar. Apenas estoy empezando así que me vendrían bien nuevos amigos. Usted se ganaría uno también si así lo desea.
Saludos
Jacob K
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