
Trescientos sesenta y seis días han transcurrido (esto porque este año es bisiesto), desde aquella noche, que fui internado al intensivo de un hospital privado, esa noche que ha de quedar grabada para siempre en mi memoria y que sería la primera de muchas otras noches de pesadilla… A decir verdad, fue apenas la primera que inició aquel perturbador sueño…
Y es que fueron tres hospitalizaciones en tres meses, ¿las razones???? Nadie las sabe a ciencia cierta y a decir verdad, no me interesa, sólo sé que fueron días difíciles, aún no soy capaz de entender como es que estoy vivo… y es que, por momentos, pensé (y estoy seguro que no fui el único), que mis días de juventud llegarían prematuramente a su fin…
Aún puedo sentir aquellas agujas en mis venas y arterias, aún siento el dolor, la desolación, la angustia, la impotencia y desesperación, de no poderme levantar de una cama de hospital.
Pero como lo he escrito otras veces, siempre hay luces en la oscuridad y cuando más oscuro se encuentra es porque ya va a amanecer. Afortunadamente la luz incandescente de cada amanecer llegaría relativamente rápido para mi, pues ahora estoy de maravilla y aquellos días sólo son un horrible recuerdo.
Reiteró mi agradecimiento a todos y todas aquellas personas que de una u otra forma hicieron posible que yo me aliviara, aquellas personas que iluminaron mi oscuro entorno y le inyectaron calor a mi congelada existencia, GRACIAS AMIGOS, AMIGAS Y FAMILIA, por brindarme todo ese apoyo, porque sin su presencia, todo hubiese sido más difícil para mi, que Dios los bendiga hoy y siempre…