
Con la maleta llena de sueños, pero al mismo tiempo con muchos temores e incertidumbres, partí hace poco más de un mes a territorio Azteca, donde me recibieron con los brazos abiertos y me colmaron ininterrumpidamente de un sinnúmero de agasajos.
Contrario a lo que pareciera y a lo que muchos podrán creer, el motivo de viaje no era con fines recreativos, sino por razones de salud, las cuales he abordado escuetamente en este espacio virtual. Aunque cuando partí el panorama ya no era tan sombrío, como en determinado momento lo fue (gracias a ciertos hallazgos descubiertos por dos grandes médicos guatemaltecos), las dudas continuaban acechándome.
Ahora que vuelvo a mi hogar me doy cuenta que aquel sueño que empaque el 16 de Noviembre, se hizo realidad, mentiría si negará el hecho que existen muchas interrogantes aún sin responder, pero a pesar de ciertos vacíos que no han sido llenados, el panorama luce ahora mucho más esperanzador y promete una mejor calidad de vida para mi.
Fue como despertar de una horrible pesadilla, la cual duro cuatro meses, en los que muchos médicos amigos, amigas, demás familia y hasta yo, nos entretuvimos con la posibilidad de un prematuro fin de mis días de juventud, malcriadez, rebeldía y hasta efímeros lapsos de estupidez elevados a su máximo exponente.
Pero aquí estoy, al pie del cañón, con el deseo fehaciente de devolver algo de lo mucho que se me ha concedido y agradecido por las múltiples muestras de solidaridad que he recibido durante este tiempo.
Agradezco la hospitalidad mexicana, pues allá se me trato bien y NUNCA se me tildó de extranjero, (no es lo mismo el mexicano amable, amigable, generoso, excelente anfitrión, que los comentaristas deportivos de las cadenas TELEVISivAs, eso es claro)
En conclusión les aseguro, que siempre es lindo volver a casa, sobre todo con tan buenas noticias. Adiós México, te despido con nostalgia y con enormes ganas de volver, adiós gente linda… hasta pronto. Hola Guatelinda, te extrañe… pero ya estoy de vuelta.
