
En búsqueda de respuestas, con el deseo fehaciente de poner fin de una vez por todas, a esta macabra incertidumbre que me ha acompañado desde mediados del presente año… parto; y es que en unas pocas horas viajaré a otro país. En definitiva han sido meses de infierno donde el dolor, la angustia y la desesperación me han penetrado por los poros; tristeza, depresión y en ocasiones soledad, han sido algunos de los sentimientos que he experimentado a consecuencia del diabólico mal que me aqueja.
Claro siempre hubo destellos de luz: apoyo, amor, solidaridad, fortaleza y disposición para vencer a los demoniacos males que habitan dentro de mi y que merecen ser expulsados. Lo importante no es lo sufrido sino la enseñanza que el dolor me dejó y es que aprendí y mucho, aprendí de la muerte pero más aprendí de la vida… de la sublimidad de la existencia y de aquellas cosas cotidianas que por insignificantes que parezcan le dan brillo, color y calor a mi razón de ser.
Amo el sonido que emite este teclado cuando lo pulso, amo el salir de paseo con los amigos y amigas, el aire que respiro, amo a mi familia, amo al desconocido porque sé que puedo aprender de él, amo el caminar porque sé que se siente el no poder hacerlo, amo el tráfico y el bullicio de la ciudad, porque sé que es el encierro, en fin… amo la vida, porque es lo que le da sentido a la existencia humana.
Estoy a escasas horas de partir, en mi maleta he depositado mis sueños, mi esperanza, mi pasión y todo mi amor, deseo respirar nuevos aires y volver próximamente con la promesa de una mejor vida, pero sobre todo con la promesa de devolver mucho, lo más que pueda, de toda la grandeza que se me ha concedido.
Perdón si en los próximos días me ausento por lapsos indefinidos de tiempo, pero allá no tendré siempre acceso a Internet, trataré de escribir cada vez que pueda…